24 septiembre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Inexistencia fundamental del estado

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Gerardo Duque

Por Gerardo Emilio Duque G. 

Dentro de las nuevas definiciones de estado necesariamente debe adoptarse el concepto de estado caprichoso, estado de turno o estado subjetivo; todos estos en relación directa con el talante del gobernante, de sus caprichos, sus improvisaciones y de su desfachatez.

Los cambios en la dinámica del estado obedecen al estilo cambiante de la sociedad, a la implementación de modelos que conformen un paralelismo a la realidad universal, con el suficiente conocimiento, gran imaginación y sabiduría para gobernar incluso la ineptitud y la ignorancia. Cada nuevo gobierno genera una improvisación de estado, un cambio de modelo, políticas nuevas que contradicen profundamente el pasado, desquebrajando el presente y tornan absolutamente incierto el futuro.

Las improvisaciones caprichosas del gobernante de turno se enquistan con fuerza de derecho y se convierten en dogma para una sociedad que, conociendo la ausencia de sabiduría y falta de esencia las acatan con la presunción que provienen del gobernante probo con el concepto de que la sumisión debe ser el papel del súbdito. Los dirigentes que están empeñados ahora a rehacer el concepto político sociológico del estado deben dedicarse más bien a evitar que este se deshaga en sus manos. El estado en evolución, en desarrollo hacia el futuro no existe, estado es el pensamiento y el criterio de quien ejerce el poder con la representación del mismo, dignidad que se ejecuta sin coherencia histórica, sin planeación, sin esfuerzo para mantener incólume el desarrollo esencial del hombre y la sociedad, sin la adopción del concepto de bienestar proyectado hacia el futuro de manera integral y perenne. No es descabellado afirmar que en un programa de gobierno público no están incorporadas las prioridades de las comunidades, las necesidades de la sociedad sino más bien las excentricidades, los hobbies, las inclinaciones, las pasiones y las tendencias mórbidas del mandatario.

El desarrollo del estado en sentido material depende de la capacidad de estadista que tenga el gobernante, la suerte y  el resultado político del mismo depende del juicio y conocimiento de los electores de donde la suerte de un país depende de la capacidad de un pueblo que elige por lo menos si están planteados las democracias y el rótulo político para camuflar los totalitarismos, el socialismo democratísimo, utópico incluso un neoliberalismo en el cual cabe la libertad de ofensa como aquella libertad de la que goza un lobo para devorar el carnero o el desempleado para ocupar las bancas de un parque o incluso dormir libremente debajo de los puentes de las grandes ciudades.

Ante la crisis de las realidades y soluciones concretas como consecuencia de la ausencia de perfil del gobernante, la utopía, esperanza y la fe mantienen espiritualmente vivos a seres fisiológica y bilógicamente mermados, pero es que la espiritualidad no puede desconocer el materialismo que requiere de elementos básicos para que los seres humanos, materia y espíritu tengan bienestar y desarrollo integral. Fernando Savater filósofo español de la época actual sostiene que muchos jóvenes en este mundo se mantienen sin desesperarse a través de la utopía esperando la llegada del momento justo de la equidad absoluta en una mente esperanzada y un corazón optimista. Muchos seres viven sin el sueño realizado y la esperanza de que algún día llegue y la utopía se proyecta de generación en generación hasta convertirse en la única razón de la existencia.

Decía un cantautor argentino al observar que nada cambiaba la situación de su país “Sino me engaño a mi mismo me vuelvo loco”.

Con esta clase de conceptos frente a la concepción de la vida que tengan los súbditos, el estado se ahorra la inversión social del que nada exige pues el misticismo tolera y no demanda y ese despojo espiritual desobliga el situado del recurso que se va a enriquecer las arcas de la corrupción.

Nadie ha planteado ahora una teoría de estado coherente que conculque con los factores éticos, morales y socioeconómicos para que coincidan con una sociedad en evolución, demandante de bienes y servicios, ciencia y tecnología que exige propuestas integrales para su reivindicación y capaz de soportar el reto del nuevo milenio.

Ernesto Sábato dice” Esta sociedad no tiene nada para ofrecer a los seres que están llegando”; se trata ni más ni menos que de admitir la crisis en la cobertura del estado moderno.