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En el mes de la madre, Corantioquia celebra y resalta los comportamientos maternales de especies de su jurisdicción
● Las zarigüeyas, por ejemplo, en su rol de madres, pueden cargar hasta 13 crías simultáneamente en su marsupio.
● Corantioquia, con 65 comunidades étnicas e indígenas, integrando su conocimiento ancestral, trabaja en diferentes estrategias de conservación de la Pacha Mama.
Corantioquia, en conmemoración del mes de las madres y de la reciente celebración de su día clásico en Colombia, rinde homenaje a la Madre Tierra y resalta los diversos comportamientos maternales registrados en especies nativas que habitan el territorio de su jurisdicción.
Así, la Corporación ambiental destaca la importancia de proteger los ecosistemas que permiten estos ciclos de vida y que proporcionan agua, aire limpio, alimentos y medicinas naturales.
«La Pacha Mama se manifiesta en cada nacimiento de agua, bosque y especie que habita nuestro territorio. Corantioquia, como autoridad ambiental, busca proteger y preservar los ecosistemas del Departamento, nuestra Madre Tierra», afirma Liliana María Taborda, directora de Corantioquia.
En este sentido, la Corporación ha implementado estrategias para la protección de la Madre Tierra en los 80 municipios bajo su jurisdicción.
Durante el último año ha declarado 20 áreas protegidas regionales y ha fortalecido el diálogo de saberes con las 65 comunidades étnicas e indígenas que son aliadas, integrando su conocimiento ancestral a la conservación de la biodiversidad.
Las aves, mamíferos y reptiles juegan un papel fundamental en la fauna silvestre, contribuyendo al buen funcionamiento y la salud ambiental de los hábitats.
Cada uno de estos grupos de animales presenta comportamientos maternales únicos que aseguran la supervivencia y el bienestar de sus crías.
Por ejemplo, la zarigüeya (Didelphis marsupialis) es un mamífero que presenta una de las estrategias reproductivas más interesantes de la fauna silvestre.
Su tiempo de gestación es corto, entre 12 a 14 días, lo que da como resultado el nacimiento de crías en un estado de desarrollo muy temprano. Debido a su inmadurez al nacer, las crías deben arrastrarse hasta el marsupio materno, donde continuarán su desarrollo.
En este espacio, la madre les proporciona protección, calor y alimento (leche), esenciales para su supervivencia.
Las crías permanecen dentro del marsupio entre 60 a 70 días, aunque este tiempo puede variar. Una vez que las crías desarrollan las habilidades motoras necesarias, el pelaje adecuado y están listas para enfrentar el exterior, la madre las transporta en su lomo durante varias semanas.
En este tiempo, les enseña habilidades esenciales para sobrevivir en el medio, como la búsqueda de comida y la adaptación al entorno.
En el caso de los reptiles, la babilla (Caiman crocodilus) exhibe una estrategia reproductiva distinta. Las hembras de esta especie pueden poner entre 15 a 50 huevos en cada nidada, y construyen sus nidos cercanos a las orillas de cuerpos de agua, lo que les permite mantenerlos protegidos y, al mismo tiempo, vigilados de manera eficiente.
La incubación de los huevos dura entre 45 a 60 días, dependiendo de factores como la temperatura y la humedad del ambiente circundante. Un aspecto particular de la reproducción de las babillas es el fenómeno conocido como Determinación del Sexo Dependiente de la Temperatura.
Según esta dinámica, los huevos ubicados más cerca de la superficie, donde la temperatura es más cálida, tienden a convertirse en hembras, mientras que los ubicados más profundamente, donde la temperatura es más fría, se desarrollan como machos.
Una vez que las crías nacen, las hembras cuidan y protegen el nido y a las crías en sus primeras semanas de vida.
Sin embargo, pasadas unas semanas, las crías se vuelven independientes y comienzan a valerse por sí mismas, aunque todavía pueden ser vulnerables a la depredación por parte de otras especies animales.
En el mundo de las aves, el comportamiento maternal del águila andina (Spizaetus isidori) es un claro ejemplo de cooperación parental.
Las águilas andinas suelen poner entre 1 a 2 huevos por nido, los cuales construyen en árboles altos o acantilados, lugares estratégicos que proporcionan aislamiento y protección contra posibles depredadores.
El proceso de incubación dura entre 40 a 45 días. Durante este tiempo, ambos padres comparten el trabajo de incubar los huevos y cuidar las crías.
Se turnan para mantener los huevos calientes y seguros mientras el otro se dedica a alimentarse, y en muchos casos, uno de los padres incluso trae comida para el que está incubando o protegiendo al polluelo.
Este cuidado cooperativo es esencial para el éxito de la cría en un ambiente tan desafiante.
La diversidad y especialización de los comportamientos maternales en la naturaleza son esenciales para garantizar la supervivencia y el éxito reproductivo de las especies en sus respectivos ecosistemas, permitiendo así que perduren en el tiempo.
Además, el cuidado de la Madre Tierra permite mantener los hábitats en óptimas condiciones para la reproducción y no extinción de las especies de fauna silvestre en Antioquia.
Amor maternal.
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