Por Claudia Posada
¡De no creer! Pero así es, así seguirá siendo y así ha sido siempre. Los proyectos de ley que pasan al Congreso por parte de los gobiernos de turno pueden ser, una vez analizados, estudiados o mínimamente leídos juiciosamente para ser aprobados, modificados o ajustados según sus deberes, o mejor, de acuerdo con la obligación de dar cumplimiento a lo debido, si así se estima, antes de convertirse en Ley, en consonancia con la tarea de representarnos en busca del bienestar común y conveniencia colectivos, no son asumidos así por la clase política. Por ejemplo, la Reforma Laboral fue archivada así no más por obra y gracia de la Comisión Séptima del Senado porque sí o sí: ¡Qué belleza! Ahora el Partido Liberal presenta su propuesta “para evitar gastos onerosos para el Estado” al evitar una consulta popular pues, ahora sí, se beneficiaría a la clase trabajadora con “algo tan de las entrañas de la ideología liberal”. ¿Pero los demás artículos de la reforma que presentó el gobierno entonces qué? ¿Acaso la reforma del gobierno contemplaba solamente los dos artículos del proyecto liberal? ¿Y los otros dos- porque los liberales presentan cuatro artículos- de qué tratan? No hemos podido saber qué dicen.
En lo atinente a la Reforma a la Salud, no hemos podido clarificar – como ciudadanos del común- confundidos por el ruido mediático y el de la oposición, en dónde está la verdad. Esta polémica enfrentó en un comienzo, a la de ese momento ministra de Salud, Carolina Corcho con el exministro Alejandro Gaviria; ella, con indiscutible trayectoria en el campo de la salud, luchadora, con pergaminos académicos y liderazgo gremial; él, con credibilidad ganada por el reconocimiento a una trayectoria pública que, de frente a la opinión pública, le da ventajas. Los políticos, por su parte y como de costumbre, empeñados en defender lo de siempre: A los sectores para los que “prestan sus buenos oficios”. Otras reformas del actual gobierno han sido frenadas caprichosamente, aunque al final, algunas logradas al concertar acuerdos en los que se busca, supuestamente, la formula gana-gana, es decir, que las partes en conflicto por igual ganen en sus intereses; aunque uno diría que, cuando se trata de logros para el pueblo colombiano en sus aspiraciones legítimas, el resultado debería ser: “Llegamos a la concertación que satisface los más justos intereses de la población que lo requiere”.
En torno a la propuesta del Partido Liberal, ha habido toda clase de interpretaciones, especulaciones y opiniones, ya veremos en qué para el rifirrafe que se habría evitado limpiamente si los congresistas toman la reforma original, la leen, la analizan y la ajustan de ser necesario para aprobarla buenamente; pero no, así no se mueven los intereses políticos. En cuanto a la laboral: ¿Se asustaron con la respuesta del gobierno a sus marrullas? ¡Pues tal parece! ¿Acaso el gobernante Petro es un aparecido en el ruedo político? ¡Él también se las sabe! Y resulta que, en materia de maniobras para medir fuerzas las hay legitimas y las hay artificiosas, entonces Petro les respondió con la propuesta amparada en la Constitución cual es acudir a las herramientas de uso ciudadano contempladas en el capítulo de la democracia participativa porque con la democracia representativa nos está yendo como mal. Ah, pero a los que nos representan si les va muy bien porque cuando vemos transmisiones de los debates en el Congreso, hay resultados nada convenientes para el pueblo colombiano, pero tal vez para ellos y los que ellos sí representan -como viene sucediendo con proyectos que llevan años postergandose maliciosamente- se ven sonrientes muy complacidos y hasta parados aplaudiendo.
A propósito de aparecidos en el ruedo político, si acaso los complacidos con la candidatura a la presidencia de Colombia de Victoria Eugenia Dávila, al igual que los no tan convencidos de sus posibilidades en ese propósito, encuentran muy inconveniente el que la periodista jamás ha ocupado algún cargo en cualquiera de los escenarios de la gestión pública, en ninguno de sus niveles, ni en jerarquía alguna, pues entonces mejor que acepten lo cierto: de los intríngulis a los que se puede enfrentar Vicky Dávila, por ahora simplemente en campaña, sí que sabe su reciente nombrada estratega política, Alicia Arango. Y se ha levantado tremenda polvareda, particularmente al interior del Centro Democrático, por su arribo al equipo de campaña que ya goza de otros buenos asesores; aunque los otros candidatos -ya cantados- no se quedan atrás. La señora Arango por su parte, goza de una experiencia nada común en el campo explosivo de la vida pública, enfrentar crisis de opinión, transitar por tierras movedizas, o simplemente lidiar con tropiezos de campaña para exponer hábilmente una candidatura. Aunque por muy bien rodeados que estén los aspirantes, ninguno puede sentirse sobrado, ninguno; sean de partidos de derecha, centro, izquierda, o “independiente”, como dice ser la señora Dávila, las estrategias de campaña no serán pan comido; conservar el poder que por primera vez ganó la izquierda, recuperarlo alguno de los sectores de siempre, o alcanzarlo por fin quienes ya lo han intentado sin éxito, será histórico. Así que, como ciudadanos del común que queremos ver de cerca las movidas estratégicas, y por igual, los que dicen detestar la política, preparémonos para enfrentamientos bien desagradables; ojalá nos sorprenda alguno en confrontaciones argumentadas con la altura que da el conocimiento y la decencia en la política.
Después de Semana Santa y hasta finales de abril o muy empezado mayo, conoceremos los nombres de otros candidatos, también se borrarán precandidatos -aunque algunos que no están inhabilitados en ningún momento dicen que van hasta finales del año para entrar en consultas internas de partido- y entonces ahí sí, miremos los toros desde la barrera y vamos tomando decisiones como potenciales electores. El merequetengue determinante será fuerte los primeros meses del 2026.


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