
Por Francisco Becerra
Desde que estudió en Zipaquirá, notó que su cabeza lo llevaría a lograr su objetivo cuando fuera mayor. Cuando le llegara el momento, haría todo para imponerlo.
Cuando estaba en la guerrilla, empezó a ser más manifiesto, pero sentía que no debía hacerlo aún.
En su paso por el Congreso y la Alcaldía, su notoriedad lo obligó a pensar seriamente que sería imposible seguir ocultando lo que a todas luces era visible; debía decirlo al público cuanto antes, aunque el pueblo ya lo veía, especialmente cuando estaba de espaldas.
Llegó a la presidencia y, aunque en los primeros meses trató de ocultar su ambición íntima, al pasar su primer año decidió destapar lo que siempre había tenido como objetivo desde joven.
Procedió entonces a dar los primeros avisos, ocultando con diferentes métodos lo que ya estaba haciendo, hasta que se destapó y lo proclamó a gritos: “Quiero dejar de ser calvo vergonzante y me hice un implante capilar”.
Conseguida su ambición, la ocultó con gorros y sombreros. Incluso visitó orgullosamente la Basílica de Buga, y aunque ocultó su implante al pueblo, se lo mostró en privado al Señor de los Milagros.
Desafortunadamente, la alopecia u calvicie que llaman, no desapareció, y para su dolor lo engañaron, le metieron gato por liebre. Solo en el país del Sagrado Corazón somos capaces de tumbar de manera descarada al mismo presidente.
Naturalmente, esto provocó una gran frustración al mandatario. Ha confesado su aburrimiento en el poder y su frustración por no haber logrado tener cabello completo. Sin pudor, se ha dejado crecer su melena por los lados y la muestra hirsuta en el consejo de ministros semanal.
Yo entiendo su ira; es bien doloroso que le pasen cabellos de zonas privadas a la cabeza, para que siga mostrando “la pelada” en la parte trasera. Ni el consuelo de “yo te amo Bolívar” y del “taladro” Roa, que le han brindado con tanto cariño, ni la recomendación de que “usando sombrero vueltiado, no se le ve casi”, han servido para recuperar su autoestima. Sigue siendo un calvo bochornoso, con el agravante de que ahora se agrega el comentario: “Tras de calvo lo tumbaron con el peluquín injertado”.
El país requiere una movilización para mostrar solidaridad con su calvo presidente y hacerle un desagravio por la estafa que le metieron los injertadores capilares.
Ñapa:Quien crea que Petro está tan desorientado últimamente porque tiene a Benedetti al lado, se equivoca. Él, literalmente “perdió la cabeza” desde que se le pudrió el cabello injertado. Cualquiera se chifla.
Ñapita: Indudablemente, el mejor invento de Trump es el de su caja de cambios ultra sincrónica, que pasa de sexta velocidad a reversa de aranceles sin traqueo alguno.
Ñaputa: Lo único que faltaba en el juicio contra Uribe era mostrar unas escenas de porno XXX. Para quienes no siguen el juicio por las redes, les cuento que no es Alvarito quien sale voleando cagüinga; es un enano distinto. Tampoco es el exfiscal Valdivieso; él ya no está para esos trotes.
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