Por Claudia Posada
El Día Internacional de la Mujer, se originó en plena revolución industrial cuando el 8 de marzo de 1857, un grupo de trabajadoras de la industria textil decidió salir a las calles de Nueva York para protestar por las tacañas condiciones laborales a las que eran sometidas y la explotación miserable que las mantenía en desventaja con respecto a los hombres. Si todavía persiste la desigualdad salarial en algunas empresas y sectores, podemos imaginarnos cómo sería la situación de las obreras en aquel entonces. Fue tal vez la primera rebeldía manifestada por las mujeres en la lucha -que aún no termina- por la igualdad de derechos sociales, laborales, civiles y políticos. Se han ganado algunos espacios sí, se han alcanzado conquistas quizás en los derechos laborales precisamente, en ciertos países del mundo, aunque hay regiones que, ni en este campo ni en otros hay equidad de género. El machismo sigue arraigado y es uno de los peores problemas que enfrentamos, raíz de infames consecuencias: violencia doméstica, acoso, violencia física y emocional en zonas de conflictos armados, ataques y violaciones sexuales a niñas y adolescentes, feminicidios; sórdidas prácticas que no han sido enfrentadas con la contundencia debida en esferas en los cuales, generalmente, hay más presencia de hombres que de mujeres, y entre estos los hay que imponen sus criterios para decisiones muy inconvenientes, desfavorables para ellas.
El suceso más recordado tal vez, asociado a la historia de la lucha por los derechos de la mujer, se remonta al 25 de marzo de 1911 cuando el incendio de la fábrica de camisas Shirtwaist de Nueva York, tuvo como consecuencia la muerte de 123 mujeres y 23 hombres, la mayoría jóvenes inmigrantes entre 14 y 23 años. Esta calamidad está considerada la más dolorosas en el mundo industrial y un desastre nefasto para la historia de dicha ciudad. “Los trabajadores no pudieron escapar porque los responsables de la fábrica habían cerrado todas las puertas de escaleras y de las salidas, una práctica habitual entonces para evitar robos”. El 8 de marzo de 1975 las Naciones Unidas conmemoraron el Día Internacional de la Mujer por primera vez, y lo hicieron evocando el funesto suceso de la fábrica sucedido N. Y. en el año 1911, esta vez invitando a reflexionar sobre el progreso hasta el momento con el fin de llamar al cambio de mentalidades “y para celebrar actos de valentía y determinación por parte de mujeres comunes y corrientes que han desempeñado un papel extraordinario en la historia de sus países y comunidades. Conseguir la igualdad de género y empoderar a las mujeres y las niñas son tareas pendientes de nuestra época y constituyen el mayor desafío en materia de derechos humanos del mundo», dijo alguna vez António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.
Pero fue la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, hace 30 años, el primer documento normativo mundial en incluir un enfoque específico sobre los derechos de las niñas y abordar la violencia contra las niñas.Antes de 1995, solo 12 países tenían sanciones jurídicas contra la violencia doméstica. Hoy, hay más de mil 500 medidas legislativas vigentes en 193 países, incluidas 354 que abordan en particular la violencia doméstica.Hoy hay 112 países con Planes de Acción Nacional sobre las mujeres, la paz y la seguridad, lo que representa un aumento considerable en comparación con solo 19 en el 2010.Este 8 de marzo del 2025 el Día Internacional de las Mujeres fue establecido bajo el lema “Para las mujeres y niñas en toda su diversidad: Derechos, igualdad y empoderamiento” en el marco del documento en mención considerado el plan de acción más progresista y más ampliamente respaldado para el avance de los derechos de las mujeres y niñas en todo el mundo. Sin embargo, cómo quisiéramos que en las distintas esferas estatales de Colombia, se aprovecharan muchísimo más este tipo de fechas para reforzar la idea del empoderamiento en las mujeres jóvenes y en las adolescentes como protagonistas del futuro; un futuro que será nocivo si no hay principios que alimenten en ellas el espíritu inspirador por el respeto al cuerpo propio y exigirlo para las demás.
Mujeres empoderadas para ser las próximas orientadoras de los destinos del país, entendiendo que a la par con ellos en igualdad de oportunidades y trabajando por la siembra de las bases sólidas para el bienestar común, puede llegarnos más pronto el buen vivir que, en todo caso, se fundamenta en el respeto mutuo, respeto que se enseña, pero también se gana. Equidad de género e igualdad de género, no son conceptos que se esgrimen convenientemente, ni tampoco se exigen como argumento que también es discriminatorio. Esto que suena demasiado idealista, es posible lograrlo si también las jóvenes de hoy en los distintos roles del mañana asumen sus fortalezas (inteligencia, simpatía, nobleza, empatía, carisma, belleza, dulzura, carácter, entusiasmo…) como un compromiso irrenunciable en cualquier espacio, para luchar por la cultura del respeto mutuo: Hombre/Mujer. Por igual, empoderando a los niños y a los jóvenes del respectivo entorno, para que vayan de la mano con las mujeres hacia el bienestar que se consigue con la justicia de género, la lucha contra estereotipos, ideas y prácticas culturales nocivas, tendremos una sociedad sana.
Ah, pero nada radical es aconsejable, por más feminista que se sea, los detalles bonitos también son una parte fascinante de la conmemoración si están acompañados del respeto mutuo. Una flor, un ramo, una caja de chocolates, una muñeca o un peluche, no tienen que desaparecer de esta fecha como el presente que testimonia admiración, cariño, o amor del bueno.


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