Los Susurros de Kico Becerra

Por Francisco Becerra 

“Tongo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé”.  Esa deliciosa canción se está practicando entre los miembros del régimen que nos gobierna.

Empezó Nicolás, el hijo no criado, quien confesó cómo se había robado una plata de la campaña de su papi y que unos hampones conocidos le habían dado dineros sucios para financiar esa elección.

Siguió Olmedo, uno de los alfiles más queridos de Petro, de los pocos a quienes le hizo para su campaña una publicidad pidiendo que se votara por él para el Senado. No sacó los votos y le dio de premio de consolación la joya de la corona: la UNGRD.

Después, Benedetti, amenazando a la poderosa Laura, informa al país que consiguió 15 mil millones para la elección presidencial y que el presidente es drogadicto como él.

Posteriormente, el Canciller destituye al Embajador en Venezuela por drogadicto y mitómano para nombrarlo embajador en la FAO.  Ese mismo Canciller arma un negociado con la empresa que elabora los pasaportes y termina echado del gobierno.

La poderosa Sandra Ortiz es sacada del gobierno por estar involucrada en el soborno de congresistas y empieza a contar la trama de cómo se robaron la plata para dar parte en efectivo a los presidentes del Congreso.

La asistente del Ministro de Economía, el pilar del régimen, cuenta con detalles minuciosos cómo se compraron los votos de los congresistas de la comisión interparlamentaria de crédito público. Trama dirigida directamente por el Ministro Bonilla y el mingobierno Velasco.

Petro confiesa que su “ministro amado” Bonilla hizo lo que hicieron todos los ministros de Hacienda anteriores y le asigna la culpa a los congresistas por vender sus votos a cambio de contratos para que ejecuten sus contratistas recomendados. Con esa defensa hunde a Bonilla y le pide la renuncia.

Bonilla se emputa y manda a la Fiscalía una denuncia sobre graves actos de corrupción que comprometen al otro Nicolás, el que sí fue criado por Petro, y a nadie más que al preferido de Gustavo Francisco, el presidente de ECOPETROL, el “taladro” Roa.  Además, en su renuncia aclara dos cosas: primero, todo lo que hizo fue consultado con el presidente y segundo, que su renuncia fue convenida antes de que Petro se la pidiera públicamente. Ahí muestra sus dientes de perrito pekinés, que no se sabe si es para reírse o para morder. Lo que sí queda claro es que no se hunde solo (¿otro Benedetti?).

El camaleón Roy, embajador en Londres, grita con razón: “nos estamos destruyendo entre los miembros del gobierno. Paren este suicidio”.

El golpe duro se lo está dando el gobierno por dentro. Increíble que esto esté pasando. Basta con conversar con congresistas afines y amigos de Petro, quienes privadamente aceptan el caos que impera en este desgobierno. Todos coinciden en afirmar que no hay administración y que cada funcionario hace lo que quiere, amén de las peleas irreconciliables entre los cercanos a la Casa de Nariño.

El cambio, experto en destruir lo construido, está autodestruyendo su propio gobierno.

Ñapa: Horrible el espectáculo presentado en Uruguay en la condecoración para Pepe Mujica, donde Petro iracundo reclama a Laura por la bandera del M19.  La cara del presidente lo decía todo.  Todo parece indicar que pronto otra que se va de embajadora será la Saravia.

Ñapa: Solo nos faltan 18 meses para que acabe esta pesadilla de desgobierno.

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