16 octubre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La Coca escandaliza y la cocaína como que no tanto 

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Claudia Posada

Por Claudia Posada 

Para que el Estado compre la producción de hoja de Coca a cultivadores de esta planta en regiones colombianas, es posible que, siendo ilegal su siembra y producción, habría que legalizarla primero; y entonces sí, iniciar la contratación público-privada con todo lo que seguramente implica implantar un modelo de negocio nunca antes ensayado en el país para la comercialización lícita de la planta demonizada pues ha sido materia prima de la perversa cocaína en un entorno, por lo demás,  en el que se mueven fuerzas umbrosas como todo lo que tenga sello de  ilegalidad.  

Desde luego que el tema abierto por el propio presidente Gustavo Petro, desde la exposición de su idea ha suscitado las reacciones esperadas. Si propuestas absolutamente sensatas como algunas rechazadas en el proyecto de Reforma a la Salud, con las que se pretende, por ejemplo, llevar a los territorios de la “Colombia profunda” servicios de atención preventiva y otros explicados con toda  idoneidad  por la exministra Carolina Corcho, e inclusive algunos puntos de la Reforma Laboral han escandalizado a representantes de las clases dominantes, qué decir de poner sobre la mesa la hoja de Coca cuando todavía a la gente la confunden con que se quiere legalizar la cocaína. 

Experiencias como las de Bolivia y Perú deberían ser referentes para tratar el tema ampliamente, sin falsedades, con oídos despiertos a los argumentos, en escenarios sociales, académicos, económicos y científicos en donde se puedan confrontar puntos de vista sin amarradijos políticos (sectarios) que generalmente son de una poquedad argumentativa lastimosa. No se puede negar la elevada complejidad de legalizar el cultivo de la hoja de Coca; además, con el principal componente expuesto por el mandatario Petro: la compra de la producción por parte del Estado. Son tantísimos los ingredientes que componen un negocio de semejante envergadura, que su análisis y formulación, sin duda alguna, amerita la participación de inusuales actores; interlocutores que interpreten sin negacionismo absurdo, los laberintos y tropiezos que entrañan una y otra de las tantas variables del asunto que no es de menor cuantía ni fácil abordaje. 

En resumen, lo más complicado estará en la aceptación de la idea (tal vez si fuera iniciativa de un líder con menor resistencia entre la oposición, que el actual presidente de los colombianos, de pronto sí, los devotos se harían oír fuertemente apoyándolo); luego, si fuere aprobada, aunque nada sencillo tampoco, será la exploración y razonamiento del modelo a implementar para la compra de las cosechas y su comercialización. Lo simple -por estar asociado a la milenaria utilización que hacen de la hoja en las culturas indígenas de los Andes- es que sean aceptados los productos derivados por sus propiedades terapéuticas entre las que se cuentan beneficios analgésicos, estimulantes, nutritivos, digestivos… (Este es otro tema)