
Por Francisco Becerra
El problema de los transportadores de carga es de muy vieja data; en los últimos 25 años se ha venido empeorando.
Todo comenzó cuando los gobiernos, por darles contentillo a los llamados camioneros, empezaron a darles gusto (para evitar o solucionar paros), con el alza del flete oficial que no solamente incluye el valor del diésel, sino los costos de desgaste de llantas, autopartes, aceites, peajes, etc.
Eso se jodió porque esos fletes oficiales no los paga nadie, ya que hay más oferta de transporte que de carga. Los pequeños, con tal de poder trabajar, lo hacen por menos precio; además, las empresas compraron camiones para mover sus mercancías o constituyeron empresas de transporte, para lograr un valor de flete inferior al oficial.
Como si no fuera suficiente, los propios líderes camioneros empezaron a hacer negocios con la chatarrización de camiones viejos; entonces, en lugar de disminuir la oferta de transporte, se incrementó, con el lógico resultado de: “A más oferta menor precio”.
Simultáneamente, se crearon unas empresas de intermediación que contratan con fletes garantizados de ida y vuelta; eso requiere de un programa que permite realizar esa operación. A esas empresas, es a las que se refiere el gobierno y a las que propone acabar o sustituir por oficiales (imagínense la corrupción que habría).
Se equivoca el gobierno al decir que, la mayoría de los camiones es de grandes empresarios. Ellos no son pendejos; tercerizan. El 83% de la oferta de transporte de carga es de pequeños volqueteros o camiones de menos de 12 toneladas; sus propietarios son personas que compran sus camiones a plazo y pretenden pagarlos con su trabajo. A ese grupo le pega duramente el incremento del combustible; ese segmento es el que hace trasteos, mueve alimentos, trasporta animales, etc.
Sin duda, es un triunfo del gobierno haberles subido $800 durante este mandato. El año entrante no subirá nada porque es año electoral. La enseñanza es que, si no se quiere quedar como mentiroso, como quedó Petro, en campaña no se puede prometer lo que no se va a cumplir. Tanto el presidente como el ex ministro Chuspas prometieron mantener el valor del combustible y fijar el costo de producción en pesos y no en dólares, cosa que no les dio la gana hacer. Hicieron lo contrario, subieron al doble la gasolina.
Con esto no estoy diciendo que no es necesario hacer ajustes realistas; estoy afirmando que, fue un engaño a los electores decir que no subiría el combustible a más de $9.000.
Reconozco que la idea del gobierno de hacer transporte de carga por tren es buena y baja el poder del paro, de los llamados camioneros. Claro que eso no se logra simplemente sacando las antiguas locomotoras y usando los mismos rieles de trocha angosta, como se está haciendo.
Síntesis: Ganaron los camioneros, ganó Petro, al subir el 9% al valor del diésel; perdió el pueblo colombiano con 4 días de paro.
Ñapa: Estos días de paro sirvieron para reiterar lo absurda que es la política gubernamental de acabar con la explotación de hidrocarburos y quebrar a Ecopetrol. ¡Solo se puede tener combustible barato si se tiene petróleo! (Opinión).
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