Por Francisco Becerra
No me quedó fácil entender que el “cara de santo» ministro de Hacienda estuviese untado hasta el codo, en los tumbis del escándalo del famoso Olmedo, amigo íntimo y financiador de la campaña de nuestro galáctico presidente.
Oyendo y leyendo los chats del «pequeñín» minhacienda con Sneyder, el ejecutor de la trama de corrupción, comprendí el por qué había desesperación del gobierno para que se aceleraran las firmas de los contratos; se debía de pagar a unos Congresistas, cuanto antes, el voto a favor de leyes presentadas por el gobierno. De ahí sale el angustiante pedido: “Hagan eso rápido que se nos caen los votos, sino cumplimos pronto».
El “enano Bonilla» nos resultó un gigante para el reparto de coimas para los congresistas y con esa carita de “yo no fui”. Sinceramente, yo nunca tuve duda de que, Ramón «el chuzador» González, flamante jefe de espionaje del régimen petrista, estuviera dirigiendo el entramado de la compra de congresistas, experimentado en esas lides; basta con verle la cara para presumir su vocación a lo ilícito; pero, Bonillita no tenía empaque para eso.
Tampoco tuve duda, desde el comienzo de este escándalo, de la participación de «chuspas» Velasco en ese negocio de comprar congresistas con contratos. El exmininterior toda la vida ha estado metido en esos corruptos vericuetos; diría que es máster en lo de la «mermelada».
Decían los abuelos: “Caras vemos, corazones no sabemos».
Ñapa: Que deprimente ver la campaña de ancianos por la presidencia de USA. Espectáculo gerentológico lamentable, donde prima el maquillaje y el engaño. El País que se supone es el más desarrollado del mundo no tiene una mujer o un hombre joven y vital para luchar por la presidencia; para mí es una paradoja incomprensible. (Opinión).
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