
Por Francisco Luis Valderrama
La validación por terceros es un mecanismo al que se recurre con frecuencia para soportar decisiones cocinadas en otros ámbitos.
La banca de inversión que asesoró a EPM para asumir con AFINIA la prestación del servicio de energía en la costa caribe fue Inverlink. Se trata de la misma firma que en su momento, dirigida por el señor Bruce Mc Máster, hoy presidente de la ANDI, sobrevaloró Orbitel con proyecciones infladas que sirvieron para que los grupos Sarmiento Angulo y Santo Domingo recibieran 85 millones de dólares por un negocio en el cual eran socios de EPM y que ya no tenía ningún valor.
El mal precedente no fue obstáculo para contratarla de nuevo. La compra de Orbitel, año 2005, fue el paso inicial de una cadena de desaciertos que finalmente desembocó en la privatización del servicio de telecomunicaciones que prestaba EPM y que no viene al caso repetir.
En 2020 la empresa decide adquirir ELECRICARIBE (hoy AFINIA) en medio de una situación de endeudamiento preocupante y en plena crisis generada de Hidroituango. Si se realizara un concurso para escoger el peor momento para un negocio, éste se ganaría de lejos el primer puesto. Por extraño que parezca, semejante despropósito fue cometido al alimón entre el gobierno Duque y la administración Quintero.
Elites políticas, empresariales y medios de comunicación hicieron parte del comité de aplausos por una decisión que no se debió adoptar o por lo menos, no en el momento y circunstancias en que se hizo. La actual administración de EPM recibió un negocio malo de entrada, que empeoró aún más el señor Daniel Quintero, quien finalmente lo convirtió en botín político.
Es cuestión de tiempo que aparezcan los testaferros de siempre a invocar la necesidad de “socios privados con músculo financiero para salvar el patrimonio público representado en EPM”. La carreta es conocida. Así empezó UNE.
Sin embargo, no son AFINIA ni Quintero las causas únicas de la situación actual de EPM. Una mirada más reflexiva ayudaría a identificar otros responsables, incluidos algunos de los patrocinadores y amigos políticos del señor Gutiérrez: -Los alcaldes que la han utilizado como trampolín de aspiraciones políticas. -Los impulsores del proyecto EPM SIN FRONTERAS, que retorcieron su ADN con el espejismo de convertirla en una gran empresa multilatina. -Los que compraron ORBITEL y escindieron UNE para facilitar su entrega, así como los que la regalaron a MILLICOM -Quienes la han utilizado como bolsa de empleo para clientelas políticas o fuente de negocios para empresarios y actores privados.
En medio de la ligereza que lo caracteriza, es preciso reconocer un mérito al señor Federico Gutiérrez. Desde 1988 ha sido el único alcalde que tuvo la virtud de escoger un gerente general surgido de la propia organización. La institución está hoy en manos de directivos capaces y competentes. Sin embargo, por tratarse de una circunstancia coyuntural, es imperativo un rediseño institucional de fondo para que su gobernabilidad no dependa de la voluntad omnímoda del alcalde de turno.
Otra amenaza pende sobre EPM: el deterioro del clima laboral y del sentido de pertenencia de su valioso recurso humano puede conducir la organización a un punto de no retorno. El manoseo burocrático finalmente puede permear su cultura y destruir desde adentro su ejemplar quehacer empresarial.
Quisiera estar equivocado, pero temo que AFINIA será el principio del fin de EPM como entidad pública.
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