
Por Francisco Becerra
Echarle la culpa al pasado es una fórmula infalible que usan los que no tienen el valor de aceptar su realidad del presente.
Vivir en el pasado aludiendo a que todo tiempo pasado fue mejor, es característica de aquellos que buscan justificar su estéril presente, siendo optimistas del pasado.
Dentro de estas dos posiciones se debate nuestra realidad política y económica nacional. Por un lado, está el gobierno que le echa la culpa de todo al pasado y, por el otro, una oposición que añora el pasado y cree que todo tiempo pasado fue mejor.
Nada más irreal que estas dos versiones del país: Ni todo lo del pasado fue malo, ni todo lo del pasado fue bueno. Nada más peligroso que destruir lo construido para volverlo a hacer o estancarnos en el pretérito.
Lo que pasó, pasó; el ayer no se puede devolver; justificar el fracaso de hoy en el pasado es una cobardía, un engaño.
Los gobiernos populistas, de derecha y de izquierda, viven del pasado. Los de izquierda, con el discurso de que hay que destruir todo lo construido en 200 o más años, y los de derecha, evocando el pasado glorioso al cual hay que volver.
Milei busca volver a la Argentina de principios de Siglo XX y Petro destruir 200 años de historia, para construir con su etnia intergaláctica, un país cósmico de agua líquida.
Quienes no estamos en esos extremos debemos hacer entender que hay que construir hoy un país más armónico, menos desigual, cimentado en nuestra larga tradición democrática, mejorando lo que no ha funcionado bien y conservando lo bueno que se ha hecho durante nuestra bicentenaria vida Republicana.
Continuar en este anodino dilema entre fanáticos del odio al pasado y los idólatras del pasado, es una estupidez que nos está generando demasiado daño.
Triste es decirlo pero, es una verdad innegable, que las opciones de centro parecen estar desaparecidas del panorama nacional; se ve más bien que las polarizaciones están teniendo más acogida. Mientras hay cada vez más pre candidatos de las extremas derecha o izquierda, no se observa ningún líder sustantivo de centro.
Ñapa: Se vislumbra la elección de la veterana Dra. Amelia Pérez, como posible Fiscal General. Con eso le quitan casi un año de período y, en el primer año del próximo gobierno, habrá una Fiscal propuesta por el nuevo presidente. La Corte sabe cobrarse sus ofensas.
Ñapita: Le salió un enemigo terrible a la futura Fiscal Pérez: Su esposo, el abogado Oviedo, un fanático seguidor de Petro y un enfermo del twitter. Nadie es culpable por lo que diga o haga su pareja; lamentablemente, habiendo atacado a la Corte Suprema y absuelto por *X* al hijo del presidente, de cualquier responsabilidad, el abogado Oviedo, futuro primer damo de la Fiscalía, sí coloca entre palos a su primorosa, preparada e inteligente esposa.
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