23 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Mala acción  

Carlos Alberto Ospina

Por Carlos Alberto Ospina M. 

Alguien que se caracteriza por ser mala gente, rufián e indecente, ¡jamás será un candidato presidencial cumplidor! La forma de vivir y de ser levantan los indicios acerca de la configuración mental de un individuo que perdió la dignidad propia; en ese caso, las consecuencias obvias son el fracaso generalizado.  

El impulso irresistible a creerse el Mesías, la encarnación profética del redentor y el salvador del país que, él ha ayudado a destruir por más de cuatro décadas, pone al sujeto en el plano de la mitomanía. Descubierto y acorralado hace las veces de agorero o de culebrero que ofrece la pócima mágica a base de la ley de la trampa. Allá se las compongan los advenedizos que les gusta comer un bocado de inmundicia simplista, revestida de indignación y fanatismo intelectualoide a causa del estado de cosas que ellos, también, de punta a cabo han creado.  

La frase insustancial de la ‘revolución de amor’ nada tiene que ver con el loable fin de promover la esperanza en medio de la conjetural aflicción generalizada; a secas busca enmascarar diferentes prototipos de resentimiento social, la lucha de clases, el desconcierto y la desmedida ambición de poder.  

Algo insólito, por decir lo menos, ocurre en la mente de la persona devota a un reo indultado que adolece de autoridad moral y de razones serenas para demostrar observancia de la ley y la Constitución, puesto que el exguerrillero no cree en sus copartidarios ni en la madre de los tomates. En ese contexto, es imposible ejercitar el juego de compadres delante de un hombre sin principios, cuyas destrezas apuntan a logros particulares. Él obra desde la especulación sin reparo ni medida conceptual. Engañanecios.  

Por eso, da tumbos egocéntricos que fluctúan entre los límites de lo razonable y el desprecio a la opinión ajena, hasta la constante mentira oficiosa para victimizarse. Sus desequilibrios psíquicos bordean las prácticas supremacistas del ku klux klan y la jefatura del tribunal de la Inquisición, lo que representa un antagonismo en los términos y en los objetivos ideológicos. Por eso, redunda en la táctica de imputar a los demás, la responsabilidad de las atrocidades, el fraude electoral y los actos de corrupción. ¿Manos de mantequilla o manchadas de sangre? Dos opciones igualmente de nocivas e inciviles.  

A diestra y siniestra lanza cínicas afirmaciones, por debajo de cuerda pacta con el diablo hincado de rodillas frente al Papa, señala con el dedo a otros asesinos y esconde la mano que utilizó para presuntamente desaparecer a tres niños o para lanzar de un vehículo en movimiento el cadáver de un líder sindical ultimado por la organización partisana de sus afectos.  

Si la nación es la casa de todos, no dejaría a cargo de un exterminador el cuidado de mis hijos ni a expensas de este el patrimonio familiar; entiéndase que no entregaría el manejo del país a quien solo sabe destruir bajo el manto de la supuesta metamorfosis del ‘perdón social’. Estamos en presencia de un camaleónico personaje, único en su especie, que espera la ocasión para devorar el capital de la República de Colombia.  

El uso del verbo transitivo Democratizar que significa “hacer demócratas a las personas o democráticas las cosas” (SIC Rae), tiene por estructura y núcleo eufemístico, la expropiación y a la vez, de manera contradictoria, la apropiación indebida de la riqueza generada por otros para repartir como pan bendito al círculo cercano de sectarios. Al revés de lo que algunos piensan esta fracasada idea es la vía exprés que conduce a la generalización de la miseria humana. Nada de eso sustenta la igualdad o la democracia, pero sí, demuestra el talante de lo pactado históricamente bajo la negra sombrilla de Petro, quien obra en perjuicio del prójimo.  

Enfoque crítico- pie de página. Prefiero equivocarme eligiendo a un buen ser humano que, caer en el albur de perder la vista y el buen juicio, atraído por la lengua serpentina de un embaucador, adicto a la mala acción y a la conspiración en contra del Estado.